Todos hemos oído hablar sobre la Química del Amor. Algunos utilizan el término para explicar la pasión o una atracción irresistible, otros lo emplean para describir escrupulosamente los componentes químicos que liberamos durante el amor. Yo sospecho que este concepto es casi un abuso del vocabulario que se ha extendido hasta convertirse en un lugar común. Pero coincido con la poesía, que con su ancestral sabiduría nos habla de la Alquimia del Amor.
Lo experimental siempre es un proceso estático, frío. Pero la alquimia, esa maravillosa y lunática aventura que tantos sabios emprendieron, es todo lo contrario. El fin del alquimista (la trasmutación) no es un cambio material en la esencia de los objetos, sino la mutación de su propio ser. Así funciona el amor: uno ama para trascenderse, para ser algo más que un ente especular. Uno se enamora con la vana fantasía de acariciar el interior de otra persona, y cuando ese amor es sincero no hay forma de que la magia no se produzca. Nosotros ya no seremos iguales, pues una parte de nuestra esencia ya no nos pertenece, y el otro, el amado, tampoco podrá permanecer inoculado ante ese amor que no espera nada para continuar floreciendo.
Por supuesto que también el amor tiene su espejo, un eco distorsionado que se va deformando con el tiempo. John Donne, ese grandioso y metafísico poeta inglés, nos anticipa un posible destino para los enamorados: esconder eternamente la tristeza bajo la mortaja del desprecio, sin permitir que olvidemos que los recuerdos más hermosos sólo mueren con las últimas lágrimas de un anciano.
Alquimia del Amor.
Love's Alchemy, John Donne (1572-1631)
Algunos que han excavado más profundo que yo
En las sórdidas cavernas del amor,
Dicen dónde se halla su céntrica felicidad.
He amado, he poseído, he contado,
Pero aunque amase, poseyese y contase hasta envejecer,
Aquel oculto misterio no hubiese encontrado.
¡Oh, todo es impostura!
Ningún alquimista ha conseguido el elixir,
Sin embargo con paciencia glorifica sus calderos,
Por si la casualidad
Le asalta con aromáticas medicinas,
Así sueñan los enamorados,
Con un deleite pleno y prolongado,
Para que esta triste y helada oscuridad
Se transforme en una noche de verano
¿Habremos de entregar nuestra paz, coraje, honor y vida
A esta burbuja de vanas sombras?
¿En esto termina el amor?
¿Puede ser alguien feliz representando la parodia del novio?
Aquel infeliz enamorado que jura
Que no es de ella la médula carnal lo que ama,
Sino su mente, donde angelicales formas encuentra,
También podría jurar con justicia que escucha
Durante el rumor del día el brillo de las estrellas.
No esperes encontrar compasión en la mujer,
Tal vez halles ingenio y ternura,
Sólo momias: cadáveres de la dulzura.
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