domingo, 26 de septiembre de 2010

AMOR ETERNO . ADOLFO BECQUER

Los Insoportables Enamorados.


Hay promesas que suenan absurdas, particularmente cuando son proferidas por algún enamorado.
Con cierto rechazo, y porqué no, con algo de envidia también, todos hemos escuchado a estos enajenados seres, discurriendo largas horas sobre las virtudes de su amada. Incluso, la menor referencia hacia ella por parte de los comensales, provoca en el enamorado un verborragia tan abundante como engorrosa; estimulando a los abúlicos oyentes a una huida precipitada y brutal.

Que no se nos malentienda, con un enamorado podemos mantener cualquier tipo de conversación civilizada; por ejemplo sobre deportes, apicultura, minería, o sobre las maravillas terapéuticas del nabo; pero nunca, bajo ningún concepto, debemos hablar de amor.
El porqué de este impedimento es tan evidente que necesita de nuestra pronta aclaración: los enamorados son perfectamente insoportables.

Claro que esta actitud beligerante hacia los enamorados cesa cuando nosotros también pasamos a integrar esta selecta y acaramelada tribu. En cuyo caso, disfrutamos de todas las hipérboles y puerilidades relativas al arte de amar. De hecho, estando enamorados podemos llegar a percibir en la poesía ciertos matices que hasta entonces ignorábamos: por ejemplo, cuando contemplamos las sublimes fantasías de Gustavo Adolfo Becquer, nos parece que de alguna forma han sido urdidas sólo para nosotros.

El lector enamorado sabe a qué me refiero.



Amor Eterno.
Gustavo Adolfo Becquer.


Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

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