martes, 26 de enero de 2010

poesía







I




Fiel a sí misma

indivisible

en lágrimas y pasos,

en sueños y perfumes,

en naufragios,

campanas y locura:

La poesía es el deseo,

ardiendo luna,

sangrando beso.













II




Un río se filtraba

en mi palabra rota,

un ángel me nombraba

susurrando campanas.



Aquel duende tardío

surcando verso arriba,

columpia cada beso

en la misma sonrisa

de la boca sedienta

de la arena.







III




Más allá

de mi mano esgrimiendo

este lápiz de fuego,

este centauro ciego de sí mismo,

más allá

de mis pies y su huella:

existes tú palabra

encendiendo

toda la poesía.











IV






Todo.

Nada.

Imposible

abarcarte con ansias

que son sólo palabras.



Eres más que mi nombre

cuando olvido me llamo.

Más que la llamarada

crepuscular uniendo

al día con la noche.










V






Tan sólo soy

una voz abierta en grito,

un testigo del silencio

para intentar nombrarte

poesía.

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