lunes, 11 de enero de 2010

Javier Heraud (1942 - 1963)




Dolor y esperanza de Javier Heraud


Semblanza

Javier Heraud (1942-1963) es un poeta emblemático de los años sesenta. Su libro El río (1960) apareció como las verdaderas novedades literarias, sin hacer ostentación de su condición; el poeta tomaba ese símbolo de la tradición filosófica y literaria que pertenece a lo que llama la lógica paradójica, según la cual las palabras estrictamente verdaderas, parecen justamente paradójicas. El río de Heraud es cristalino en la mañana y luego baja con furia y rencor. El poeta continúa la tradición de Jorge Manrique, poeta español del siglo XV, que compara nuestras vidas con los ríos, seguida por Antonio Machado, quien dijo que la vida es como un ancho río y por T. Eliot, que compara al río con un Dios pardo, adusto, indómito, intratable.

La novedad perceptible del libro es el contenido dramático que Heraud confiere al viejo símbolo. La voz que escribe se trasmuta en río y, aparentemente con el mismo capricho con que las aguas bajan de las alturas, va alineando los versos cuidadosamente libres, anunciando las cualidades contradictorias de las que el río viene poseído.

Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.

Al final el río habla de la necesidad de mezclar sus aguas limpias con las turbias del mar, de silenciar su canto, de tener que abandonar mucho de lo querido, campos fértiles, nuevas aguas luminosas, nuevas aguas apagadas. Heraud trae en ese pequeño texto una frescura personalísima, un modo de hacer poesía transformador de los símbolos tradicionales. En ese mismo año de 1960 Heraud ganó un importante premio para escritores jóvenes. Con su libro El viaje compartió con César Calvo los lauros del concurso "Poeta joven del Perú" convocado en Trujillo por la revista Cuadernos trimestrales de poesía. El libro apareció en 1961 y fue el último que alcanzó a ver a Javier Heraud. En esta ocasión el poeta asume su "yo personal"; sigue atraído por los elementos naturales, el mar, las vertientes, pero el transfondo es el de un hombre madurando a trancos, fatigado prematuramente, que va a encontrarse con los suyos para cumplir involuntariamente con el rito de la despedida. Unos de los poemas más hermosos por su hermosa factura y su honda nostalgia es Mi casa muerta. El éxito de sus dos primeros libros fue para Heraud un viaje rápido, un partir sin despedirse "porque en su corazón no cabían más flores" como lo dijo en uno de sus textos. Heraud no tuvo mucho tiempo para corregir sus poemas posteriores. Sabemos sí por su Arte poética, que concebía a la poesía como trabajo de alfarero, arcilla que se cuece entre las manos, arcilla que modelan fuegos rápidos.

Poesía

El río
Mi casa muerta

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EL RÍO

1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.

2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.

3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte,
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones.

4
Y es aquí cuando
más me precipito.
Cuando puedo llegar
a
los corazones,
cuando puedo
cogerlos por la
sangre,
cuando puedo
mirarlos desde
adentro.
Y mi furia se
torna apacible,
y me vuelvo
árbol,
y me estanco
como un árbol
y me silencio
como una piedra,
y callo como una
rosa sin espinas.

5
Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno de la dicha. Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.

6
Yo soy el río que viaja en las riberas,
árbol o piedra seca
yo soy el río que viaja en las orillas,
puerta o corazón abierto
yo soy el río que viaja por los pastos,
flor o rosa cortada
yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
yo soy el río que viaja por los montes,
roca o sal quemada
yo soy el río que viaja por las casas,
mesa o silla colgada
yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
árbol fruta
rosa piedra
mesa corazón
corazón y puerta
retornados.

7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los
hombres,
que canta ante sus
tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.

8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidados,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río,
ya voy por las praderas,
hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.

9
llegará la hora
en que tendré que
desembocar en los
océanos,
que mezclar mis
aguas limpias con sus
aguas turbias,
que tendré que
silenciar mi canto
luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al
alba de todos los días,
que clarear mis ojos
con el mar.
El día llegará,
y en los mares inmensos
no veré más mis campos
fértiles,
no veré mis árboles
verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol,
mis nubes,
ni veré nada,
nada,
únicamente el
cielo azul
inmenso
y
todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas
aguas
apagadas.

(De El río)
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MI CASA MUERTA

1
No me derrumban mi casa
vieja había dicho.
No derrumben mi casa.

2
Teníamos nuestra pérgola,
y dos puertas a la calle,
un jardín a la entrada,
pequeño pero grande,
un manzano que yace seco
ahora por el grito
y el cemento.
El durazno y el naranjo
habían muerto anteriormente,
pero teníamos también
(¡cómo olvidarlo!)
un árbol de granadas.
Granadas que salían
de su tronco,
rojas,
verdes,
el árbol se mezclaba
con el muro,
y al lado,
en la calle,
un tronco que
daba moras
cada año
que llenaba de hojas
en otoño las puertas
de mi casa.

3
No derrumben mi vieja casa,
había dicho,
dejen al menos mis
granadas
y mis moras,
mis manzanas y mis
rejas.

4
Todo esto contenía
mi pequeño jardín.
Era un pedazo de
tierra custodiado
día y tarde por una
verja,
una reja castaña y alta
que
los niños a la salida
del colegio
saltaban fácilmente,
llevándose las manzanas
y las moras,
las granadas
y las flores.

5
Es cierto, no lo niego,
las paredes se caían
y las puertas no cerraban
totalmente.
Pero mataron mi casa,
mi dormitorio con su
alta ventana mañanera.
Y no quedo nada
del granado,
las moras ya no
ensucian mis zapatos,
del manzano sólo veo
hoy día,
un triste tronco que
llora sus manzanas
y sus niños.

6
Mi corazón se quedó
con mi casa muerta.
Es difícil rescatar
un poco de alegría,
yo he vivido entre
carros y cemento,
yo he vivido siempre
entre camiones
y oficinas,
yo he vivido entre
ruinas todo el tiempo,
y cambiar un poco
de árbol y de pasto,
una palmera antigua
con columpios,
una granada roja
disparada en la batalla,
una mora caída con un niño,
por un poco
de pintura
y de granizo,
es
cambiar
también algo
de alegría
y de tristeza,
es cambiar también
un poco de mi vida,
es llamar también
un poco aquí a la muerte.

(que me acompañaba
todas las tardes
en mi vieja casa,
en mi casa muerta).
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Bibliografía

Publicó en vida El río (1960) y El viaje (1961). Póstumamente aparecerían el volumen Poesías completas y homenaje (1964, contiene El río, El viaje y Estación reunida) y Ensayo a dos voces (1967, en coautoría con César Calvo). Su obra poética ha conocido sucesivas ediciones en las que se han ido incorporando nuevos poemas, así como su correspondencia (1973, 1976 y 1989).

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