lunes, 11 de enero de 2010

Javier Sologuren (1921-2004)



La unitaria poesía de Javier Sologuren


Semblanza

Cuando en 1947 Javier Sologuren publicó su segundo libro, Detenimientos -que continuaba el clima de El morador (1944)- Tomás Acosta Mejía, en el número 4 de Las Moradas (Lima, 1948), escribió unas palabras que nos parecen válidas décadas más tarde para el conjunto de la poesía sologureniana: "Detenimientos -título que cifra la más reciente poesía de Sologuren-es un término que evoca aquellas pausas del tiempo en que lo eterno se va mostrando al ojo de la poesía con el fragilísimo disfraz de la belleza. A lo largo de la existencia a cada quien le ocurre topar con hechos y cosas que van cayendo como granos de arena al acervo indiferente de lo que se olvida. Sólo el poeta sabe detenerse, significar su deslumbramiento, hacer memoria de las trascendencias escondidas y, en actitud heroica, convocar renovadamente ante nosotros la belleza de las humildes bellezas pasajeras. Javier Sologuren es de estos finos espíritus, sutiles y zahoríes en el examen moroso y placentero del paisaje íntimo y del vario panorama externo. Dotado de la cualidad lírica necesaria para parcelar y definir cada zona de belleza sin llegar a extremos de racionales atomizaciones, sabe ganar su diaria batalla con el ángel de Jacob".

Armando Rojas, en los estudios que consagró a Sologuren en 1973, juzgó que podía hacerse un corte en la poesía de este autor en 1950. Hasta ese momento, según Rojas, la poesía sologureniana conllevaba dos notas paralelas: la angustia del hombre en el mundo y la permanente búsqueda de un espacio vital de liberación. Lo que caracteriza a su segunda etapa es un lento despojamiento de la riqueza inicial hasta llegar a una poesía que conjuga la desnudez física de su estructura con la esencialidad, situación alcanzada en Surcando el aire oscuro (1970). Admitiendo la validez de estos juicios debemos agregar que, sin embargo, existe, como en pocos poetas, una continuidad en el trabajo poético de Sologuren. Esa depuración que consiguió en los años setenta, la estuvo buscando siempre, y la supo mantener a lo largo de todos estos años. La elección misma del título, Vida continua, para la recopilación de sus poemas muestra que el propio poeta desea entregarnos una idea de trabajo sin pausa, como en otra época lo hizo Jorge Guillén al escoger Cántico como título lírico. Acierta Rojas, de otro lado al decirnos que la poesía de Sologuren, en una y otra época expresa la libertad del hombre, posibilidad perceptible en la transposición de la realidad circundante. Para Sologuren es necesario trascender la realidad, para llegar al mundo que es el propio de la poesía. Hay pues, una desrealización de la realidad, una recreación en el plano de pureza. Pero esta poesía emerge de la experiencia y nace del ser mismo del hombre y si bien se orienta a la irrealidad, desde allí destaca más la realidad.

Javier Sologuren


Poesía

Noción de la mañana
Estancias 9
Estancias 22
Estancias 16
Márgenes
Estancias 19
Poesía

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NOCIÓN DE LA MAÑANA

Voy de tu mano entre los limpios juncos,
entre nubes ligeras, entre espacios
de tierna sombra. Voy en tus ojos.

Voy de tu mano como quien respira
la pausa cálida del viento,
como quien pisa en el aire blandos frutos,
como quien bebe su risueño aroma.

(No he de perder el trino y la corriente
que te moja de libres claridades,
ni tu cabello suelto como el río
que apresura sus labios en la sombra).
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ESTANCIAS 9

Árbol, altar de ramas.
de pájaros, de hojas,
de sombra rumorosa;
en tu ofrenda callada,
en tu sereno anhelo,
hay soledad poblada
de luz de tierra y cielo.
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ESTANCIAS 22

Cuerpo a cuerpo,
Hombre y Mujer,
se irán quemando
en el fuego blanco
del amor.
Mano a mano
levantarán el árbol
de la vida,
y su aire y sus pájaros.
Hombre y Mujer,
descubrirán que el mundo
es compañía
y un mismo sol
calentará sus huesos,
y un mismo anhelo
los mantendrá despiertos.
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ESTANCIAS 16

Mueves tus largos miembros
Hacia el mar que te aguarda,
musitando palabras
al mar de tu desvelo;
pero tus labios siempre
buscándole la boca,
Río, pero tú siempre
con tu canción de sombra.
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MÁRGENES

A Octavio Paz

escribo al pasar
en la zona acá la
del silencio mano
no toco el al trazar
centro / sólo las letras
lo limito o al picarlas
el centro he dado
es un corazón el huidizo
en blanco que salto
sin embargo el blanco
está latiendo queda
lee en ese blanco
centro blanco
desvía del deseo
la mirada de escribir
unos grados de anotar
a la derecha silencios
allí está entre estas
el poema dos columnas
nunca está el poema
alcanzado la ausencia
es ese su siempre
espacio presente
en esta pero existen
columna márgenes
gotean escribo
palabras en la
nada más zona
que palabras del silencio

(De Folios de El Enamorado y la Muerte)

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ESTANCIAS 19

¡Qué sabor en el pan,
qué fáciles los pasos,
qué llevadero todo
sabiéndote a mi lado,
Amistad, cuánto gozo
en tu apretón de manos!
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POESÍA

Poesía, no me niegues tus dones
por más tiempo. Tengo el oído atento,
los ojos despiertos, abierto el corazón.

Poesía, ¿a qué eres igual,
cuál tu gemelo, cuál tu secreto?
Si es en soledad donde tus voces se oyen,
en ella te he aguardado solo con mi deseo.
Si el sueño es, otra cosa no he hecho
que vagar entre los signos de la noche,
llama en que me enajeno.

No. No te pareces al amor
¿No está para siempre en mí su garra?
Diría aún a la pena o al olvido
si no fueran el pan de cada día.
Pero qué cerca estás de mi sangre
y sólo creo en el dolor (¿de?) haberte visto.

(De Otoño, endechas)



Bibliografía

Entre sus libros destacan El morador (1944), Detenimientos (1947), Dédalo dormido (1949), Bajo los ojos del amor (1950), Otoño, endechas (1959), Estancias (1960), La gruta de la sirena (1961), Recinto (1967), Corola parva (1977), Folios del enamorado y la muerte (1980), El amor y los cuerpos (1985), Jaikus escritos en un amanecer de otoño (1986), Retornelo (1986) y Un trino en la ventana vacía (1992).

Entrevistas

Continuidad de la voz en Javier Sologuren

Miguel Ángel Zapata: Háblamos de tus primeras publicaciones, si no me equivoco El morador fue tu primer cuadernillo de poemas.

Javier Sologuren: Fue una separata de la revista Historia que dirigía el gran historiador de la república Jorge Basadre. Luego seguiría Reinos de Jorge Eduardo Eielson.

MAZ: Releyendo tus poemas desde El morador, veo cada vez más claramente el descubrir de la transparencia, el abrir los ojos con un grito como de pájaros de mar, y un posterior batallar por mantener la integridad de ese grito, por una poesía ininterrumpida, enlazada por cielos que se superponen desde la sorpresa del descubrimiento (como observando con detenímiento la luz que cae), hasta acercarse a la oscuridad de las rosas, por ejemplo "El amor y los cuerpos", y finalmente la visión del mundo a través de ti y los otros. ¿Cómo has logrado la continuidad de la voz poética?.

JS: Para responderte, me remitíría a unas líneas que escribí al respecto hace ya tiempo. Estas son: "Mi poesía se ha ido produciendo en círculos concéntricos, a modo de impulsiones que se explayan del centro cordial a la periferia, y en sentido inverso, se remansan luego. Un desplegarse, pues, de la inquietud vivencial (nacida como elemental pulsión comunicativa) en el ámbito de la naturaleza vívida y redentora, de la que se vuelve corroborado con la infinita sugestión de sus emblemas. Así creo ver (sentir) yo el proceso de la figuración verbal de mis propias experiencias, por necesidad, radicales. Me propuse decir algo o quise, más bien, transparecer algo que reclamaba su propio rostro y vida independiente. Sólo después de ser fijado en la escritura, pude reconocerlo. De ahí que considere que todo poema resulta ser un acuerdo con sentido de todo aquello que bulle oscura y huidizamente en nuestra vida anímica. Esa revelación que entraña la expresión poética la he formulado en estos versos: La tinta en el papel / El pensamiento / deja su noche. Este poemita es algo así como un jaiku; desde el punto de vista estructural lo es: son tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Diecisiete en total.

Tengo una vieja afición por la cultura japonesa, por todas sus expresiones. Y justamente en tu pregunta has mencionado la transparencia, y la transparencia, la sugestión, la pureza, han sido mis desiderata, las metas deseadas, esos objetivos tan difíciles de alcanzar. Creo que en ese sentido estaría bien encaminada tu comentario y tu pregunta. Y a propósito de esta transparencia, te podría decir que en uno de mis poemas en prosa (voy a buscarlo)... que forma parte de Detenimientos ? en el que he transcrito como epígrafe estas palabras de Rimbaud: Bastante conocido. Los detenimientos de la vida. Oh rumores y Visiones ? he escrito lo siguiente: Hallo la transparencia del aire en la sonrisa; hallo la flor que se desprende de la luz, que cae, que va cayendo, envolviéndose, cayendo por las pendientes rápidas del cielo al lado del blanco y agudo grito de los pájaros marinos. El poema sigue, pero me interesa señalar que si hallo esa transparencia es porque me es cara y la busco. Decías que de esa transparencia inicial me acerco a la oscuridad en "El amor y los cuerpos". Cierto, así comienza el poema: Me acerco / a la oscura / abundancia de las rosas. Símbolo premonitorio.

MAZ: Javier, me explicaba Álvaro Mutis que la creación de sus poemas tiene un proceso muy lento, o sea un trabajo mental donde trabaja durante meses, durante años a veces, una idea todos los días, y le va dando vueltas en la cabeza y va completándola sin tomar apuntes; y después, toma apuntes muy rápidos a lápiz (que son las claves), y que cuando se sienta a la máquina de escribir ya es un trabajo esencialmente mecánico, pero al mismo tiempo, esa máquina también le da un toque de energía, el último, para darle forma al poema que hasta entonces había sido gaseoso. ¿Cómo es en tu caso?

JS: Bueno, mira, en realidad creo que la gestación de mis poemas es larga pero es gestación ? algo que se lleva dentro, oculto, y cuando escribo, que no es una actividad regular, continuada, sino muy esporádica son momentos en que me encuentro como presionado o como oprimido, angustiado; algo que está reclamando ? como dije anteriormente, su expresión, tomar un rostro, y ante este malestar (que es un poco seguramente el malestar de la gestante) hay un momento en que se hace intolerable y acudo al lápiz, al bolígrafo, a la máquina de escribir (generalmente es manuscrito), y escribo los versos. Las correcciones han sido mínimas, por lo general. No soy quien vuelve sobre el poema y lo va pacientemente limando, perfeccionando, no. Tal vez sea debido a esa larga gestación de la que te he estado hablando, ya que el poema sale con cierta pretensión de unidad, de sentido, de acabamiento si se quiere.

MAZ: Indiscutiblemente el momento de parir el poema es un enigma, y su tratamiento en el papel en blanco tiene diversos matices que varían de acuerdo al oficio de cada poeta. Por ejemplo, pienso en el sistema de trabajo de José Kozer, el cual es un sistema muy rápido, proceso donde el poema se hace en un santiamén, digamos en una condición de inmediatez.

JS: Así es, conozco la poesía de José, y la admiro porque es tan diferente a la mía. Ese debe ser pues el encanto del arte en general: que los poetas no se den por racimos estilísticos, sino que cada uno tenga, con mayor o menor potencia y timbre, su propia voz, y José tiene una captación tan pronta, tan acelerada, una disponibilidad para llevar al poema cualquier acontecimiento del minuto en que vive, al parecer intrascendente, que es algo admirable. Me hablabas también de Álvaro Mutis, creo que su poesía, tan valiosa, requiere del procedimiento que adopta. 0 sea que cada uno va forjando sus propios medios técnicos.

MAZ: ¿ Y las formas espaciales de tus poemas responden a signos voluntarios, o se te ocurren así nomás?

JS: No es algo que provenga de un acto deliberado, voluntario; no es legítimo adoptar una forma espacial y especial únicamente por su visualidad, sin hallarse intensamente motivado por la vivencia que se quiere comunicar, asistido por eso que habrá de seguir llamándose así, inspiración. Hay un poema mío que tiene la forma de un triángulo con el vértice abajo. Empieza con A la puerta de una ciudad llamaba y va disminuyendo gradualmente hasta finalizar con cuatro palabras?versos: Morir / Lejos / Sin / Sol. Se podría pensar que es producto del oficio aliado con el ingenio. Sin embargo, hay algo más. Hay una vibración, un pulso vivo en él. De otra manera no lo habría publicado. Creo que ese proceso de gestación cada vez más profundo, más prolongado y moroso, hace innecesario en mi escritura mayores alteraciones.

MAZ: ¿Relees tus poemas ya publicados en revistas o libros?

JS. Circunstancialmente, sí. Cuando debo reunirlos para una futura publicación. Por lo demás, lo que más me mueve son las voces de los poemas que reclaman ser escritos.

MAZ: En el poema "La hora", publicado en apéndice de Vida continua por Premiá de México, encontramos esa visión del mundo de que hablábamos al princípio, ¿quieres explicamos?

JS: De acuerdo. Ese poema, por ser el más largo que yo haya escrito, ha sido apto para poder reflejar mejor aquello que puede constituir mi visión del mundo. Ahora bien, acá va una suerte de explicación que sobre el particular redacté. "La hora" lo escribí en 1980. Aparte de ser, como ya te dije, el de mayor extensión, quizás sea el más complejo. Aunque nunca se me ocurrió anotar las circunstancias y vicisitudes de su composición, ni tampoco conservar los manuscritos iniciales ya corregidos, he tenido sin embargo la oportunidad de referirme a él en el curso de unas lecturas de textos míos, acompañados de testimonios o confidencias sobre mi propia experiencia poética. Recuerdo que a mediados de semana me desperté dos o tres horas antes de lo acostumbrado y hallándome aún en ese estado que ya no pertenece al sueño ni tampoco a la vigilia, ese lapso fluctuante entre dos polos, algo me llevó a coger el papel y la pluma y a trenzar de inmediato las frases que se me imponían como natural consecuencia de una suerte de percepción translúcida. Llenó varias hojas, arrojando en ellas los signos que sabía yo, de algún modo, iban a cristalizar ese flujo de pensamiento huidizo y oscuro. Luego volví a dormirme. Al despertar a la hora que me exigía la rutina de siempre (en esa época era profesor universitario), recogí los papeles. Ya de vuelta a casa los leí, casi sin modificar las primeras estrofas de lo que después sería el poema. No puedo precisar hasta dónde llegaban, lo cierto es que hasta el día siguiente, al despertar, me puse, sin mayores reflexiones, a escribir condicionado por las mismas vivencias que nutrían las páginas anteriores. Como dos puntos fijan la posición de una recta, estos dos textos me dieron la perspectiva y el sentido de lo que estaba yo formulando de esta manera discontinua y sería. Una mañana más y otra seguí con el mismo procedimiento, imbuído fuertemente de su carácter autobiográfico. Para decirlo con más exactitud, de sinopsis de mis experiencias de hombre y de escritor. Fue el sábado de esa semana que tenía libre, cuando pude dedicarme a revisar esas páginas. Hice unas correcciones y realicé cambios en el orden de los textos, dándoles su secuencia definitiva, no sin antes haber insertado, por sentirlos esclarecedores y pertinentes, dos poemas míos ya publicados. "Sin razón" es uno de ellos, y uno a guisa de jaiku. Estas operaciones, recuerdo, fueron bastante fáciles, mi atención en realidad se hallaba encandilada por eso que siendo mío el poema me revelaba. Me ha sucedido con "La hora", al igual que con otros poemas, la gratificante experiencia de acercarme un poco más a la percepción de mi propia identidad. Tal vez sea por ello que tenga yo por cierto que es la poesía el lugar de encuentro de lo humano del hombre, donde lo propio resulta ser de todos y los accidentes quedan aniquilados por su fuego perenne y sustancial.

MAZ: Y ese final, tu fe en el porvenir del mundo: sin embargo no entierro la esperanza.

JS: Ese final es debido a cómo el poema ha tomado diversas líneas de mi vida y de mis inquietudes; una de ellas se va acentuando cada vez más, la del porvenir de la especie ante la terrible escalada de la violencia. Cada vez siento que voy a ese tema, a esa motivación trascendente. Pero, pese a todo, como me lo recuerdas, no dejo de esperar que sean la bondad, el amor y la justicia las que se impongan.

MAZ: Y ahora, en la actualidad, al poeta que le toca vivir en el Perú...

JS: Su tarea es no sólo de sobrevivir, desde el punto de vista económico, que ya es duro de por sí, sino de no cejar en la lucha para que el ser humano readquiera su dignidad y el amor sustituya a la violencia y al crimen.

MAZ: Háblanos, Javier, de tus lecturas favoritas, las que te acompañan, de tus influencias, de Rimbaud, de poesía japonesa, las traducciones...

JS: Desde el punto de vista de las influencias, Eliot dijo que había dos actitudes: callárselas, desconocerlas, o bien declararlas. Las influencias y las afinidades existen siempre. Mis autores preferidos, sus creaciones, podrán dar cuenta de este hecho. Mis preferencias poéticas son algo variadas, van por el romanticismo inglés (en especial Keats), el alemán (Novalis, Holderlin); en la poesía francesa, Rímbaud, Valery y Apollinaire y ese grupo espléndido que le sigue, por citar unos, Saint John Perse, Supervielle, Michaux... Y, claro está, los clásicos castellanos y los poetas de la generación del 27, Aleixandre, Guillén, Cernuda... De los peruanos he dado muestras de mis preferencias en antologías y artículos varios. Pero ya esta relación se está tornando excesiva, me parece. Añadiré, sin embargo, mi interés por la poesía japonesa clásica.

En mis lecturas de obras narrativas, sin ser excluyente, mi preferencia va por el cuento y la novela corta y me son más gratas y motivadoras las que poseen tono y densidad poéticos. Leo también la producción impresa de los poetas jóvenes y, muy a menudo, sus propios manuscritos. Tus poemas se cuentan entre estas lecturas, como bien sabes. Aunque no es profesional, mi actividad de traductor de poesía corre paralelamente a la escritura de mis propios versos, y me es grata, pues la ejerzo libremente de acuerdo con mis gustos. He traducido poesía francesa, italiana, sueca y brasileña; a veces, de segunda mano, de otras lenguas. Pienso que los poetas traducidos deben haber dejado algo en mí ayudándome a esclarecer mi propia visión, ya que la traducción es una lectura en profundidad que debe llevarnos a la plena identificación con el texto ajeno... y, en cierto modo, ya nuestro. Algún trasvase ha de haber, me figuro, de elementos casi indiscernibles y ajenos, enriqueciéndonos. Olvidaba decirte que últimamente estoy colaborando en la traducción de poetas japoneses contemporáneos, trabajo arduo pero justificado por el general desconocimiento que existe de éste, por decir lo menos, interesante aspecto de la poesía mundial.

MAZ: Algo del Zen, ¿me equivoco?

JS: Aparte de la influencia que el pensamiento Zenista tiene sobre la poesía y el arte, entre otros aspectos, hay una poesía específicamente Zen que valiéndose de formas ya clásicas ya modernas es todo un desafío a nuestra lógica. Con todo, me he atrevido a retraducir algunos...

MAZ: ¿Cómo ves la situación de la crítica en nuestro país? En realidad, ¿hacemos crítica literaria de texto o de simpatía?

JS: Mira, la crítica literaria es una disciplina sumamente difícil, sumamente responsable. De ahí que muchas veces los críticos como los antólogos sean, a su vez, muy criticados... En nuestro país hay buenos críticos, aunque quizás no en número suficiente,

MAZ: ¿Y qué críticos crees que han dado un tratamiento acertado a tu poesía?

JS: No puedo quejarme de la recepción crítica de mis poemas. Creo que los han leído a fondo y con sensibilidad, y en ciertos casos me han revelado cosas que yo no había advertido.

MAZ: En el extranjero (extranjeros.

JS: Han aparecido trabajos importantes como el de Roberto Paoli y el de Ana Soncini, su discípula. Unas páginas de James Higgins, un amplio comentario de Octavio Armand...

MAZ: También Jorge Rodríguez Padrón en la Antología de la poesía hispanoamericana, publicada por Austral en Madrid.

JS: Así es, Jorge Rodríquez Padrón ha estudiado en dos ocasiones diversos aspectos de mi poesía.

MAZ: ¿Inéditos?

JS: Sí, en estos días van a aparecer unos poemitas míos, a manera de jaikus que escribí en Tokio en 1981. Se llaman Jaikus escritos en un amanecer de otoño. Los publicará la revista Lienzo de Lima. Ahora he reunido la veintena de sonetos que he escrito hasta la fecha. Se llamará Catorce versos dicen..., título bastante explícito, ¿verdad? Tengo además, ya en prensa, la segunda edición de mis traducciones al francés, italiano y sueco.

MAZ: Entonces Javier, hay cosecha interminable..

JS: Bueno (sonrisas), ojalá fuera así; ojalá sea lo necesario, nada más.

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