lunes, 11 de enero de 2010

Garcilaso de la Vega (1539 - 1616)



Garcilaso de la Vega (1539 - 1616)


Semblanza

Nacido en el Cuzco en 1539, hijo de un capitán español y de Isabel Chimpu Ocllo, nieta de Tupac Yupanqui, Garcilaso recibió una educación depurada. Pasó sus primeros años en medio de las guerras civiles, en las que participó su padre que murió en 1559. Viajó a la península ibérica en 1560 y sirvió en los ejércitos españoles durante varios años, bajo las órdenes de Juan de Austria. Es bastante probable que aprendiera el italiano durante su permanencia en Nápoles. Después se presentó en la Corte solicitando una retribución por los servicios que había presentado su padre a la corona española y la restitución de las tierras que habían pertenecido a su madre, pero como en algunas crónicas su padre había sido tildado de traidor, el Consejo de Indias rechazó ambas solicitudes. Retirado a su casa en Montilla, una pequeña ciudad situada cerca de Córdoba, se dedicó entonces a convertirse en un escritor. En esa localidad vivió hasta 1615 y probablemente conoció a Cervantes. En ese año se trasladó a Córdoba, donde alternó con Luis de Góngora. Murió en 1616 y está enterrado en un lugar preferente de la mezquita y catedral de esa ciudad. En su túmulo está la bandera del Perú, país que ayudó a crear con sus palabras y sus actitudes.

Después de leer a los clásicos latinos y a los modernos italianos aprendió a escribir con gracia y elegancia. Inicialmente hizo labores de traducción y así alcanzó gran pericia en el manejo del castellano. Preparó la traducción de los Diálogos del amor, obra del judío Yéhuda Abarbanel, conocido como León el hebreo. Dijo que había emprendido esa tarea para empaparse de la suavidad y dulzura de su filosofía y lindezas de que trata. Esas páginas merecieron siglos más tarde una alabanza de Menéndez y Pelayo, quien consideró que la prosa castellana del inca era muy superior al original italiano. Seguramente estimulado por el buen recibimiento que entre sus contemporáneos obtuvo la traducción, Garcilaso decidió relatar los hechos que el Adelantado Hernado de Soto en su estéril propósito de conquistar La Florida, historia que conocía por las remembranzas de Gonzalo Silvestre, viejo conquistador, amigo de su padre que había regresado a España sin haber ganado la apetecida fortuna soñada, para establecerse cerca de Córdoba. La Florida del Inca es una obra en prosa de gran fuerza estilística que narra las desventuras de Hernando de Soto y los suyos en el descubrimiento y fracasada conquista del territorio de La Florida. El relato, lo ha dicho Wáshington Delgado, recuerda las grandezas de la antigua epopeya y adelanta los recursos de la futura novela. "La prosa de La Florida, dice Raúl Porras, es de las más bellas prosas narrativas de la lengua castellana y, en el campo de las crónicas, representa la misma excelsa cima que La Araucana entre los poemas épicos de la conquista de América".

Sintiéndose literariamente más seguro, Garcilaso se decidió a escribir sobre lo que más conocía y añoraba: el Perú. Leyó con fervor a varios cronistas y buscó el testimonio de amigos y parientes con los que se escribía en busca de mayor información. Así escribe los Comentarios reales, historia del Perú prehispánico, libro en el que se basa en los relatos de sus parientes maternos que comprendió y tradujo con mucha precisión, pues había aprendido el idioma quechua en su más tierna infancia. Más adelante continuó el relato sobre el imperio incaico con la historia de la conquista por los españoles y las guerras civiles que entre ellos se suscitaron y a las que asistió en su infancia. El estilo del Garcilaso maduro es vivaz, descriptivo, lleno de sabrosas anécdotas y ha seducido a escritores posteriores como Ricardo Palma o César Vallejo. En sus libros creativos La Florida del inca y los Comentarios reales Garcilaso se muestra como un adversario de los abusos de los conquistadores, se pronuncia con dureza contra la fractura institucional y administrativa que significó la conquista y tiene palabras ásperas contra sus secuelas de hambruna, corrupción, miseria y decadencia. Solo después de la revolución de Túpac Amaru, ocurrida en el siglo XVII, el poder español percibió la fuerza ideológica de los escritos de Garcilaso y por Real Cédula Reservada en 1782 ordenó "recoger sagazmente la historia del Inca Garcilaso donde han aprendido estos naturales muchas cosas perjudiciales."

Contemporáneamente, varios historiadores han puesto en duda muchas de las aseveraciones del Inca Garcilaso. Seguramente llevan razón. Lo que nadie puede cuestionar es, ni su amor por el Perú, ni la magnífica prosa en la que lo expresa, modelo de escritura que hasta ahora causa asombro en quienes la leen.


Crónicas

COMENTARIOS REALES

PREMIO AL LECTOR

Aunque ha habido españoles curiosos que han escrito las repúblicas del Nuevo Mundo, como la de México y la del Perú, y la de otros reinos de aquella gentilidad, no ha sido con la relación entera que de ellos se pudiera dar, que lo he notado particularmente en las cosas que del Perú he visto escritas, de las cuales, como natural de la ciudad del Cuzco, que fue otra Roma en aquel imperio, tengo más larga y clara noticia que la que hasta ahora los escritores han dado. Verdad es que tocan muchas cosas de las muy grandes que aquella república tuvo: pero escríbenlas tan cortamente, que aun las muy notorias para mí (de la manera que las dicen) las entiendo mal. Por lo cual, forzado del amor natural de patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos Comentarios, donde clara y distintivamente se verán las cosas que en aquella república había antes de los españoles, así en los ritos de su vana religión, como en el gobierno que en paz y en guerra sus reyes tuvieron, y todo lo demás que de aquellos indios se puede decir, desde lo más ínfimo del ejercicio de los vasallos, hasta lo más alto de la corona real. Escribimos solamente del imperio de los Incas, sin entrar en otras monarquías, porque no tengo la noticia de ellas que de ésta. En el discurso de la historia protestamos la verdad de ella, y que no diremos cosa grande, que no sea autorizándola con los mismos historiadores españoles que la tocaron en parte o en todo: que mi intención no es contradecirles, sino servirles de comento y glosa, y de intérprete en muchos vocablos indios que como extranjeros en aquella lengua interpretaron fuera de la propiedad de ella, según que largamente se verá en el discurso de la Historia, la cual ofrezco a la piedad del que la leyere, no con pretensión de otro interés más que de servir a la república cristiana, para que se den gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María su Madre, por cuyos méritos e intercesión se dignó la Eterna Majestad de sacar del abismo de la idolatría tantas y tan grandes naciones, y reducirlas al gremio de su Iglesia católica romana, Madre y Señora nuestra. Espero que se recibirá con la misma intención que yo le ofrezco, porque es la correspondencia que mi voluntad merece, aunque la obra no la merezca. Otros dos libros se quedan escribiendo de los sucesos que entre los españoles en aquella tierra pasaron, hasta el año de 1560 que yo salí de ella: deseamos verlos ya acabados, para hacer de ellos la misma ofrenda que de éstos. Nuestro Señor, etc.

ADVERTENCIAS ACERCA DE LA LENGUA GENERAL DE LOS INDIOS DEL PERÚ

Para que se entienda mejor lo que, (con) el favor divino, hubiéramos de escribir en esta Historia (porque en ella hemos de decir muchos nombres de la lengua general de los indios del Perú) será bien dar algunas advertencias acerca de ella. La primera sea que tiene tres maneras diversas para pronunciar algunas sílabas, muy diferentes de como la pronunciaba la lengua española, en las cuales pronunciaciones consisten las diferentes significaciones de un mismo vocablo: que unas sílabas se pronuncias en los labios, otras en el paladar, otras en el interior de la garganta, como adelante daremos los ejemplos donde se ofrecieren. Para acentuar las dicciones, se advierte que tienen sus acentos casi siempre en la sílaba penúltima, y pocas veces en la antepenúltima, y nunca jamás en la última, esto es, contradiciendo a los que dicen que las dicciones bárbaras se han de acentuar en la última, lo que dicen por no saber el lenguaje. También es de advertir que en aquella lengua general de Cuzco (de quien es mi intención hablar, y no de las particularidades de cada provincia, que son innumerables) falta las letras siguientes: b, d, f, g, j, l sencilla, que no la hay, sino ll duplicada; y al contrario no hay pronunciación de rr duplicada en principio de parte, ni en medio de la dicción, sino que siempre se ha de pronunciar sencilla. Tampoco hay x; de manera que del todo faltan seis letras del a, b, c, español o castellano; y podremos decir que faltan ocho con la l sencilla y con la rr duplicada: los españoles añaden estas letras en perjuicio y corrupción del lenguaje, y como los indios no las tienen, comúnmente pronuncian mal las dicciones españolas que las tienen. Para atajar esta corrupción me sea lícito, pues soy indio, que en esta Historia yo escriba como indio, con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir; y no se les haga de mal a los que las leyeron ver la novedad presente en contra del mal uso introducido, que antes debe dar gusto leer aquellos nombres en su propiedad y pureza, y porque me conviene alegrar muchas cosas de las que dicen los historiadores españoles para comprobar las que yo fuere diciendo, y porque las he de sacar a la letra con su corrupción como ellos las escriben: quiero advertir que no parezca que me contradigo escribiendo las letras (que he dicho) que no tiene aquel lenguaje, que no lo hago sino por sacar fielmente lo que el español escribe. También se debe advertir que no hay número plural en este general lenguaje; aunque hay partículas que significan pluralidad. Sírvense del singular en ambos números. Si algún nombre indio pusiere yo en plural, será por la corrupción española, o por el buen adjetivar de las dicciones, que sonarían mal si escribiésemos las dicciones indias en singular, y los adjetivos o relativos castellanos en plural. Otras muchas cosas tiene aquella lengua, diferentísimas de la castellana, italiana y latina, las cuales notarán los mestizos y criollos curiosos, pues son las de su lenguaje, que yo harto hago en enseñarles con el dedo desde España los principios de su lengua, para que la sustenten en su pureza, que cierto es lástima que se pierda o se corrompa, siendo una lengua tan galana, en la cual han trabajado mucho los padres de la Santa Compañía de Jesús (como las demás religiones) para saberla bien hablar, y con su buen ejemplo (que es lo que más importa) han aprovechado mucho en la doctrina de los indios. También se advierte que este nombre vecino se entendía en el Perú por los españoles que tenían repartimiento de indios; y en este sentido lo pondremos siempre que se ofrezca. Asimismo es de advertir que en mis tiempos, que fueron hasta el año de mil quinientos y sesenta, ni veinte años después, no hubo en mi tierra moneda labrada: en lugar de ella se entendían los españoles en el comprar y vender pesando la plata y el oro por marcos y onzas: y como en España dicen ducados, decían en el Perú pesos o castellanos: cada peso de plata o de oro, reducido a buena ley, valía cuatrocientos cincuenta maravedís. De manera que reducidos los pesos a ducados de Castilla, cada cinco pesos son seis ducados. Decimos esto, para que no cause confusión al contar en la Historia por pesos y ducados. De la cantidad del peso de la plata al peso del oro, había mucha diferencia, como en España la hay; más el valor todo era uno. Al trocar el oro por plata, daban su interés de tanto por ciento. También allí había interés al trocar de la plata ensayada por la plata que llaman corriente, que era la por ensayar.

Este nombre de galpón no es el de la lengua general del Perú, debe de ser de las islas de Barlovento: los españoles lo han introducido en su lenguaje con otros muchos que se notarán en la Historia. Quiere decir sala grande. Los reyes Incas las tuvieron tan grandes, que servían de plaza para hacer sus fiestas en ella, cuando el tiempo era lluvioso y no daba lugar a que se hiciesen en las plazas; y baste esto de advertencias.

Descargar archivo

No hay comentarios:

Publicar un comentario