lunes, 11 de enero de 2010

José Santos Chocano (1875-1934



Semblanza

José Santos Chocano (1875-1934) es el poeta peruano más característico del modernismo. Autor de numerosas publicaciones, debe su fama preferentemente a Alma América (1906) y Primicias de oro de Indias (1934). Antes, editó numerosos libros de poemas que le fueron haciendo conocido por el gran público, entre ellos Iras santas (1895), En la aldea (1895), Azahares (1896) y La epopeya del morro (1895). Periodista y diplomático, conoció bien el territorio del Perú. Esa experiencia contribuyó de modo decisivo a la creación de algunos de sus más celebrados versos. Puede decirse que su aporte es decisivo para que el modernismo que preconizaba Rubén Darío adoptase los temas que serían los característicos de la fase final de ese movimiento: los temas nacionales, es decir la aparición de asuntos específicamente americanos en la poesía de nuestro continente.

En la poesía de Chocano, como en la de ningún otro poeta peruano de su tiempo, aparecen de modo nítido, animales, ríos y montañas, junto a los hombres del Perú. En cierto sentido Chocano recupera para la literatura un sentimiento que había expresado el Inca Garcilaso: la percepción de que los peruanos somos el resultado de dos culturas: la aborigen y la española. En Chocano, de un modo magnífico, este sentimiento dignifica ese resultado que es un hombre nuevo, el peruano, que no existía, según su íntima visión, antes de la llegada de los españoles. En algunos de sus poemas más celebrados, Chocano no puede evitar una gran admiración por el acto mismo de la conquista. Y esta ha sido una razón para que pasase de ser un poeta oficial en la época de Leguía, cuando el propio presidente de la República lo coronó como poeta de América en 1922, a un paulatino olvido, ciertamente inmerecido, en las historias literarias y en el gusto del público. Sin embargo, Chocano es un poeta de un fino sentido musical y de un gran conocimiento de la tradición lírica parnasiana y simbolista. Su principal virtud es el manejo maestro del ritmo, tanto que una música verbal que es característica y que es inimitable. Si Darío tuvo un ritmo pausado y de un intimismo marcado, Chocano a su lado, luce un ritmo bronco, de acentuación fija y es dueño de una temática exteriorista. Por eso no se exagera cuando se dice que es un precursor de Pablo Neruda, en especial del libro Canto general (1950) del vate chileno y también de los poetas nicaragüenses Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho, que han cantado a los paisajes y a la tierra.

Parte del aspecto controversial de la figura de Chocano tiene que ver con sus actitudes políticas. Partidario público de las dictaduras, secundó al presidente de Guatemala Manuel Estrada Cabrera, y cuando éste fue derrocado, después de un largo mandato, Chocano se salvó de ser fusilado por la solicitud de numerosos escritores de América y Europa. En 1925, sostuvo una enconada polémica con Edwin Elmore, joven intelectual, hijo de un militar que había participado en la guerra con Chile y a quien Chocano acusaba injustamente de traición a la Patria. En un incidente Chocano mató a su antagonista y fue juzgado. Los jueces fueron benévolos con el poeta, pero antes de que la sentencia se confirmase, el Congreso de la República cortó el juicio. Chocano se estableció en Chile, donde fue asesinado a su vez por un esquizofrénico en 1934.

Poesía

El poema de las frutas
Blasón

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EL POEMA DE LAS FRUTAS

Simbólico festín. Amplia y espesa
enramada de vides forma el techo;
y de la yerba húmeda en el lecho,
tendida se halla la silvestre mesa.
Sobre los hombros de un gran Atlas pesa
un recipiente para tanto estrecho,
en donde saltan del monto deshecho
la piña enorme y la menuda fresa...
Corona la alta torre una partida
manzana de oro que a gustar provoca
frescas corrientes de ignorada vida;
y empinándose así la torre ufana,
se hace una torre de Babel que toca
el cielo del amor con la manzana.
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BLASÓN

Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene una alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con un vaivén pausado de hamaca tropical...
Cuando me siento Inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el centro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el Coloniaje,
parecen mis estrofas trompetas de cristal.
Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los andes son de plata, pero el León es de oro;
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
¡ y de no ser Poeta quizás hubiese sido
un blanco Aventurero o un indio Emperador!

(De Alma América)

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